El presidente brasileño volvió a cuestionar la transparencia del proceso electoral, desacreditando las encuestas que le otorgan un segundo lugar detrás del expresidente Lula da Silva.
En caso de no ser reelegido, Bolsonaro será el primer presidente brasileño en fracasar en su intención de lograr un segundo mandato desde que se instaló la reelección en 1997 mediante una enmienda constitucional.
El mandatario pasó el fin de semana en Londres acompañado por su esposa, Michelle, y el pastor evangélico de ultraderecha Silas Malafaia, que tuvo un tratamiento de ministro por parte de la comitiva oficial para participar de los funerales.
Los asesores de Bolsonaro le recomendaron asistir al funeral sobre todo porque el Gobierno británico es considerado un aliado de la extrema derecha brasileña para mostrar un perfil internacional de su gestión, marcada por controversias y el abandono de la agenda de la Cancillería brasileña.
Bolsonaro abrirá este martes el debate general de la Asamblea General de la ONU en Nueva York y pretende tener una serie de bilaterales con presidentes considerados aliados como sus pares de Guatemala, Alejandro Giammattei, y de Ecuador, Guillermo Lasso.
En tanto que en San Pablo, Lula continuó tejiendo una serie de alianzas estratégicas para intentar sumar más del 50% de los votos en la primera vuelta de las elecciones de dentro de dos domingos.
Entre los dirigentes excandidatos presidenciales en otras elecciones que lo respaldaron estaba un referente para el mercado financiero, el exbanquero Henrique Meirelles.
En un acto en San Pablo, Lula recibió a los excandidatos presidenciales Meirelles, Luciana Genro, Guilherme Boulos, Cristovam Buarque, Joao Vicente Goulart y Marina Silva, además de a Geraldo Alckmin, otro antiguo rival electoral que ahora es su compañero de fórmula.
«Esta foto simboliza la reconstrucción de Brasil», afirmó Lula.
Uno de los nombres más importantes de la mesa de apoyo es el de Meirelles, que pertenece al partido de derecha Unión Brasil, fue ocho años jefe del Banco Central durante los mandatos de Lula (2003-2010), candidato presidencial en 2018 y ministro de Economía del exmandatario conservador Michel Temer (2016-2018).
Meirelles fue el secretario de Hacienda del Gobierno de San Pablo, del Partido de la Social Democracia Brasileña (PSDB).
Meirelles, expresidente mundial del BankBoston en 2002, defendió el programa económico del Gobierno de Lula y salió haciendo la «L» en el acto, en un mensaje al mercado financiero, tradicionalmente resistente al exsindicalista metalúrgico.
Boulos, candidato del Partido Socialismo y Libertad (PSOL) a la presidencia en 2018, afirmó que el momento era parecido al de la campaña por las elecciones directas en 1984, que marcaron el cese de la dictadura militar de 21 años.
«La elección de Lula es esencial para la democracia brasileña, para derrotar al fascismo que amenaza a las libertades e instituciones», dijo Boulos, dirigente social del movimiento de Los Sin Techo y candidato a diputado el 2 de octubre, en alusión a Bolsonaro.